Muchas veces me pregunto ¿por qué me emociono cuando veo fotos de mi hija bebé? y la razón es tan simple... la extraño. Así, easy....la echo de menos.
Sí, extraño a esta bebé pequeñita, extraño la etapa de mi Anto guagua. Siento tremendas ganas de poder regalonearla, besarla, acurrucarla, jugar con ella, dis-fru-tar-la... sin miedo.
Sus varias operaciones no me dejaron no sentir temor del día a día. Siempre pensando "la tendré mañana?... y pasado? ... y después de la próxima operación? Hasta cuándo?... Y aún así jugamos y nos reímos, pero siempre intranquila, pendiente, con más ojos que los normales sobre ella, dudando, cuestionando si cada paso era el correcto.Entonces me pregunto... ¿cómo habrá sido tenerla sana?... Eso extraño. Disfrutar a esta bebé sana y sin miedo.
Tengo la extraña sensación de "deuda" de cariño con ella... incluso conmigo por los 4 años en que no me permití no preocuparme. Era obvio, simplemente no se podía.
No!, no, no, no... no me malentiendan. Ya no cuestiono al universo por habérmela concedido con sus problemas cardíacos, para nada! ya no podría! Por el contrario, no sería quien soy de no haberme enfrentado a esos tremendos dolores y penas que pasamos juntas. Ella tampoco sería la enanis que es y yo no tendría la mitad del coraje que tengo hoy en día; compleja y todo, amo ser quien soy gracias a ella. Entiendo, y gracias a ella fue que me di cuenta, que la pregunta no es "por qué", es "para qué" y lo agradezco con el alma. El "para qué" cambió mi visión del mundo, así de drástico y verdadero.
Sin embargo vuelvo al tema, la extraño. La extraño al punto de, casi, querer disculparme con ella por no haberla besado más, por no haberla acurrucado más, por no haberla regaloneado más, por no haberme preocupado menos.
Pero ya está. Pasó para algo y hoy, aunque lo pienso, es a lo lejos.
Hoy no pasa un día en que no la beso, la regaloneo, la acurruco, juego con ella, la consiento, la disfruto como si no hubiese mañana.