Páginas



lunes, 11 de febrero de 2013

¿Cuál será la explicación?

¿Por qué será que uno se siente tan aliviado después de llorar una pena?
La pena no ha pasado, sigue igual, ahí está... ni mejor ni peor. Sin embargo hay un cierto extraño alivio después de derramar una... o, más bien,  varias lágrimas. 
Parece que mientras más duela el llanto, mientras más profundo sea, mientras más desgarro te produzca... más aliviado te sientes después.

Me encantaría saber la explicación científica y con seguridad que si la "gugleo" la encuentro. Pero no tengo ganas. Lo que tengo es pena y la pena me da para escribir, pero no para ponerme a guglear y buscarle explicaciones científicas a cosas que, en realidad, no tengo ganas de entender en este minuto. 
Ni siquiera tengo ganas de buscar una foto para ponerle a este post... 



sábado, 9 de febrero de 2013

Libros en el Barrio San Diego


Por alguna razón el barrio San Diego me recuerda a mi mamá. San Diego es casi sinónimo de libros y no hay como hablar de libros, lectura, letras sin pensar en mi vieja.

De chica recuerdo tan bien a mi madre buscando mis libros escolares y los de mis hermanos en este barrio, mañanas enteras con ese olor a hoja de papel roneo metido en las narices.
A la entrada de Alameda había una enorme librería (o quizás no tan enorme, pero a mí si me parecía), con sus libros apilados uno sobre otro. Recuerdo haberle preguntado al dueño cuántos había leído ya que para mí eran millones - "casi todos",  me respondió. Ese señor debe haber sido uno de los primeros hombres a los que admiré, aunque casi con seguridad me estaba mintiendo. 


En ese tiempo todo servía, incluso las fotocopias. Los libros usados eran el boom y si los encontrabas escritos a lápiz grafito eran un tesoro. 


Si, claro, recuerdo haberme gastado una goma de miga en borrar algún texto para re-usarlo y tengo el recuerdo vivo de ver a algunas de mis compañeras con libros nuevos, "de paquete" y pensar "guau... ella tiene plata, lo pudo comprar nuevo"... jajjaja... No se por qué hacía es asociación. Pero era obvio, nuevos era mucho para mi familia, a nosotros no nos alcanzaba para eso. (Misma idea que se me venía a la cabeza cada vez que veía a "x" compañera que llevaba todos los días una marraqueta con una gruesa tajada de queso amarillo...guaaaauuu.. Eso para mi era un sueño casi inalcanzable,  ¡todos los días?!! 

Mi vieja no solo buscaba nuestros libros, también los nuevos títulos que ella agregaría a su ya, larga lista de lecturas. Le encantaba leer, aún le encanta, se devoraba los libros con pasión y lo sigue haciendo. Si hay una mujer a la que le gusta leer en esta vida es a ella. Claramente mi gusto por la lectura viene de ahí y de verla tan embobada en esas hojas. Yo la miraba leer y moría de  curiosidad por saber el secreto que ella sabía... ¡y yo no!.

Ahora reflexiono y me doy cuenta que no debo extrañarme cuando veo a mi hija embobada en sus lecturas. Le encantan los libros, los cuentos, las historias.  Lo lleva en los genes, en su propia historia. ¡Claro que le gustan! si le gustan a su madre, a su abuela y quién sabe si a la madre de su abuela, eso no lo sé con certeza.


Yo, la apaño. Me gusta comprarle cuentos y mini libros  con historias diferentes y leérselos, poner voces para diferenciar a los personajes y no, no me estoy contradiciendo, los cuentos que detesto leerle son los archi repetidos cuentos clásicos (Caperucita Roja, Blancanieves, Cenicienta y varios, varios otros).

Mis adquisiciones para ella esta vez fueron: Papelucho y El Principito. El último llevaba rato buscándolo, claro está en todas partes, pero no en el formato que yo quería.

...Cosa extraña...  no recuerdo que mi mamá me haya leído cuentos de pequeña o quizás sí lo hizo, pero en este momento no lo recuerdo. 

Si, me encantan los libros, me gusta leer y quisiera tener tiempo suficiente para leer todos los que tengo en mente.  La lectura me transporta, debe ser uno de los pocos momentos en que mi único objetivo es leer, no pienso más allá que en lo que el autor me dice. Mi mente descansa de tanto que hay que pensar y creo que eso es lo que  agradezco con el alma. Así como agradezco el gusto que mi madre me dejó por la lectura.